domingo, 18 de marzo de 2012

Liliana Lukin, "... pero en verdad quiero hacer la felicidad del poema."

 
 de La Ética demostrada según el orden poético.

VII

Despierto y recibo
como un golpe moral
la totalidad de lo visible:
hueso, mendrugo,
piedra,
entre alguna floración
risas:
el mundo ardiendo
sobre la calma del resto
del mundo,
pero nada que indique
que el cambio se ha vuelto
posible,
ningún cartel que diga
‘prohibido el daño
a terceros’.

En desesperación recibo
como un golpe la desesperación:
haber soñado y ahora estar
despierto: muerdo el hueso,
doy el mendrugo a roer,
levanto la piedra y maldigo,
no como quien ha soñado
con lo profundo de no poder,
no como quien sabe qué hacer
y no encuentra cómo ni dónde
ni con qué,
sino como probando fuerzas,
preparando dientes,
pesando los obstáculos
y dejándolos caer
por la ley
de su propia gravedad.


  
 

VIII

Los sueños no cumplidos
se vuelven materia de sueños
por soñar:
sueños marcados que ensucian
lo no soñado aún,
pesadillas para recordar
que este trabajo es
inútil, que no es un trabajo,
que la tiza, el carbón, la tinta,
manchan la mano que se ve.

Debajo del sueño nuevo
amenaza la mano invisible:
limpia, sin pies
ni cabeza, hace todo lo
posible
para hacerme olvidar
que dormía.


 

 
IX

En cada sueño soy un extranjero
que trata de escuchar sonidos
creyendo en un lenguaje.

Sin identidad ni cartilla
de racionamiento, ni dineros,
vago por un paisaje de ideas
infinito y repetitivo,
pero no entiendo las señales
ni las señas, paso hambre,
no encuentro dónde dormir,
nadie me recibe y quienes ven,
miran abajo, donde algo parece brillar.

En cada sueño el paisaje es otro,
y aunque siempre suele tener
la forma de mi deseo,
soy a todas luces
un extranjero,
“el que por las noches aúlla”.

Vuelvo de ese exilio más viejo,
pero no como quien
estuvo lejos
y vivió una vida horrible,
ni como reconociendo cada cosa
con amor,
sino como quien despierta
de un sueño y sabe
que ‘esto’ es lo que soñó.

X


Sueño con un bosque
que va a desaparecer,
donde cada árbol sabe
que puede ser una casa
en el sueño.

Sé que eso es cierto
pero poco probable,
y al viento de su disgregación,
hachado sin piedad
por una fuerza
sin manos ni herramientas,
el bosque hace su poder
y puebla de hogares
lo desierto.

Yo despierto asombrado,
no como quien soñó
trabajos imposibles,
no como habiendo levantado
estructuras pequeñas del desastre,
sino como quien estuvo
en un bosque,
admiró la intrincada
ingeniería natural,
calculó riesgos y bondades
y prefirió esa muerte y su
resurrección.



XI


Sueño con cópulas
alegres y misteriosas:
todo casa entre sí,
puro encastre
no temeroso,
breve suspensión en el gozo
de una superior necesidad.
.
Sueño con cópulas
y cuando deje de soñar,
saldré partido en dos,
no como herido por un rayo,
no como separado de mi otra
mitad,
sino como habiendo visto:
oscurecido
por este mundo de
hambrientos, desarrapados
y solos,
incompleto por una miseria
que no sana
en el cuento de ninguna vigilia.




XIII


Llevo el peso en la nuca
de los sueños no cumplidos
al despertar:

años que la razón me guía,
como a una hiedra
por los muros, cubriendo
espacios duros con
materias blandas.

Un dolor permanente
hace que ande ligero,
cargando ideas en acto
a las que su verdad les da sentido.

Pero lo cumplido no alivia
la fiebre del soñar
ni compartirlo divide mi pena.
            
* imagen interior del libro, Gustavo Schwartz.


XV

Me hundo entre las páginas,
hurgo con la lengua
en el lenguaje
y sueño con placeres:
el universo entero
descansando de catástrofes,
sin inocencia, pero olvidado del mal.

En el instante del sueño
todo está de acuerdo a su naturaleza,
y atento a una violencia
mayor que el silencio,
más cerca del bien común.

Cuando despierte
tardaré en recuperarme
de la desilusión, no como quien desea
algo que le es arrebatado,
sino como quien sabe
lo inútil de su sueño,
pero – no – lo – puede - evitar.
  
XVI


Sueño con el que escribe,
desenvuelto de sí, desarropado,
incómodo en su falta de lugar,
lo sueño escuchando un habla
y como un eco, proliferar
entre las fuerzas que bien conoce
y de las que da constancia.

Sueño con sus sencillos
movimientos domésticos,
danzas que no alteran
el escenario desnudo
ni la vaga sombra, lo grave
que se esfuma al acercarse él
a la mesa, la pluma, los papeles.

Al despertar, una tristeza
perturbará mi vida, no como si
se perdiera esa escritura, sino peor,
como si fuera yo un niño
que espera fuegos de artificio y ve,
de a poco, en ese cielo,
apagarse toda luz.



 

XXVIII


Me torturan las imágenes
que no he tenido en sueños:
pienso en cofradías, la vida buena
en los márgenes,
dar y recibir la ofrenda sin objeto,
ingenuidades, rimas fáciles,
el mal trago de las ideas en escena.

Hiervo y se me escurren propósitos:
sopa espesa que no es posible
escribir en una sola vida.
Bien huelo el volumen de lo oscuro
y con ánimo trabajo para dar
de comer, pero en verdad quiero hacer
la felicidad del poema.
*La Ética demostrada según el orden poético, Ediciones La Cebra, Bs.As., 2011.

 

Liliana Lukin, Bs. Aires, 1951. Libros de poesía: Abracadabra, 1978; Malasartes,  1981; Descomposición.1980-1982, 1986; Cortar por lo Sano,  1987; Carne de Tesoro,1990; Cartas, 1992; Las preguntas, 1998; retórica erótica, 2002, Construcción comparativa, 2003, Teatro de Operaciones-Anatomía y Literatura, 2007, Obra reunida:1978-2008, 2009, Libro de buen amor, 2010 y La Etica demostrada según el orden poético, 2011. Su obra está publicada en antologías y traducida a varios idiomas. Es autora de otras publicaciones, ensayos y seminarios en el exterior sobre “Representación del cuerpo en la tortura y la represión. Narrativa argentina 1960-2000”, performances y otras propuestas interdisciplinarias que se pueden leer en: www.lilianalukin.com.ar  Es docente en la carrera Crítica de Artes del IUNA y desde 2005 organiza las Jornadas “Cuerpos Argentinos” para Extensión del IUNA. Coordina desde 2005 la Clínica de escritura  poética de la Biblioteca Nacional,  que publica antologías anuales con poemas de los libros inéditos de sus integrantes (http://www.bn.gov.ar/talleres-y-clinicas).

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